Agresividad por dominio, desnivel jerárquico

Esta es una de las patologías más comunes que se pueden encontrar en una jerarquía en la que el perro es el líder y no sus propietarios. Estas personas no asumen su papel de “perro alfa” y a ojos de su animal son débiles, lo que hace que automáticamente la mascota adopte por naturaleza esa posición.

Inmediatamente después se empiezan a observar comportamientos agresivos hacia los miembros de la unidad familiar, tal vez al cogerle su comida, bajarlo de un sofá o una cama, etc. El perro empieza mostrando sus dientes como advertencia y si el humano no cede podría termina con un tremendo mordisco. ¿Por qué? Sencillo: a un líder se le respeta.

Cuando se empiece a mostrar dominante es aconsejable reestructurar de nuevo la jerarquía, de modo que el ser humano pase de nuevo a la posición de líder de manada y su perro sea un seguidor sumiso.

En familias con varios perros han de tener en cuenta que éstos han de estar siempre en el último eslabón de la cadena. Esto evita peleas entre ellos por territorio.

Ansiedad por separación, otro desnivel en la jerarquía canina

En el mundo salvaje el perro viaja durante horas buscando alimento para su manada. Puede ir solo o en compañía de otros, dependiendo de la presa. Los seguidores se quedan en su lugar originario a la espera de los demás. Tal espera es tranquila, dormitan, juegan, pero no destrozan, no están ansiosos, no padecen cualquiera de los estereotipos a los que estamos acostumbrados a oír en familias canino-humanas que sufren de este trastorno patológico.

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Cuando una mascota canina ha tomado el liderazgo no asume que sean sus seguidores los que se vayan dejándolo encerrado en una “jaula gigante” que es la casa o el hogar familiar. A sus ojos debería ser al revés. Esto les crea tal nivel de ansiedad que destrozan lo que encuentran, orinan por todos los rincones, defecan por la casa aunque en otras circunstancias sea la mascota más limpia del mundo. Todo esto está provocado por el ansia de huida, de encontrar a “sus seguidores”, de imponer disciplina ante un echo que está fuera de lugar.

Muchas personas lo toman como una venganza del perro hacia ellos y los regañan totalmente equivocados. Nunca existe una acción vengativa por parte del animal. A otras, por el contrario, les da pena del perro y como piensan que lo ha estado pasando muy mal cometen el craso error de consolarlo. Lo acarician, le expresan su sentimiento de culpa, etc, consiguiendo con esto mostrar aún más debilidad a los ojos de su mascota y relegando en él una dependencia insana.



Reestructuración jerárquica canina: en qué consiste?

Reestructurar una jerarquía puede resultar tan sencillo como peligroso. Nunca se debe hacer sin un profesional delante, dependiendo del tamaño del perro el daño puede ser considerable.

En primer lugar el líder de la manada nunca saluda a sus “subordinados” cuando llega; se acerca a ellos en cualquier otro momento cuando su actitud es tranquila.

También por el contrario si su actitud es violenta o molesta lo reprende asestándole un pequeño pero firme mordisco, normalmente cerca del cuello. Si éste intentara sublevarse terminaría tirándolo al suelo en posición de sumisión hasta que su actitud cambie de manera positiva para el equilibrio del grupo.

Entre humanos y perros, el propietario ha de tomar el mando de cada una de las situaciones que se produzcan en el hogar, haciendo valer su liderazgo de manera que el perro vea que no tiene por qué preocuparse de ocupar ese lugar. Eso se consigue con pequeños gestos a la hora de impartir disciplina a su mascota, él será feliz y los demás miembros de la familia también.

La convivencia no tiene por qué ser problemática entre ambos si el que tiene la capacidad de razonar, “el ser humano” en este caso, pone todo su conocimiento a favor de la armonía de su hogar y de su mejor amigo: el perro.